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Santa Lucía de Tirajana (Canarias): El comercio integra a los musulmanes con las otras comunidades

Un escaparate llamó estos días la atención en Vecindario. No tenía, en apariencia, nada de especial, ni siquiera el rótulo, con el nombre comercial, un tanto anodino y estandarizado, de Modas Textil. Lo que lo hace diferente es el uso de tres maniquíes ataviados con ropa de mujeres asociada a la comunidad musulmana en un negocio que, por cierto, está regentado por asiáticos.

De acuerdo con rahyaft (los misioneros y la convierte en el sitio web)

Un escaparate llamó estos días la atención en Vecindario. No tenía, en apariencia, nada de especial, ni siquiera el rótulo, con el nombre comercial, un tanto anodino y estandarizado, de Modas Textil. Lo que lo hace diferente es el uso de tres maniquíes ataviados con ropa de mujeres asociada a la comunidad musulmana en un negocio que, por cierto, está regentado por asiáticos.

No es el único comercio que vende este tipo de prendas en el mayor enclave urbano de Santa Lucía de Tirajana, pero sí ha sido de los primeros en exhibirlo en la vitrina, contribuyendo así a la normalización de una realidad que ya existe de facto en Vecindario: la convivencia intercultural entre comunidades muy diferentes entre sí.

La casualidad ha querido, además, que la tienda de ropa que ha dado este simbólico paso esté ubicada en las instalaciones que fueron de Julianito el árabe, un conocido comerciante que, dicho sea de paso, y pese a lo que pudiera interpretarse por su apelativo, vendía mucha ropa tradicional canaria.

Lo cierto es que el pasado y el presente de este negocio, de alguna manera, ponen el foco en la riqueza y diversidad social y cultural de Vecindario, un fenómeno que, a su vez, se ha traducido en un tejido comercial cosmopolita, propio de un entorno portuario, pese a no serlo, que permite viajar por el mundo sin salir de la Avenida de Canarias y en el que, en todo caso, tiene una presencia llamativa aquel que va destinado a satisfacer las necesidades de la comunidad marroquí, y, particularmente, de aquella que practica el islam.

Integración en su doble vertiente

Son negocios que integran en su doble vertiente, porque dan servicios que demanda una determinada colectividad y porque, de la misma manera, permiten al resto conocer mejor esa cultura y disfrutar también de productos y costumbres a los que no están tan acostumbrados. Eso explica la presencia en Vecindario de al menos cinco carnicerías y charcuterías halal (este calificativo alude a un tipo de carne obtenida a partir de una determinada técnica del sacrificio del animal), una tetería y pastelería árabe, un negocio de comida rápida con pollo halal, una tienda de ropa y varios kebab.

۱٫۹۹۹ marroquíes, el 2,6% de la población en Santa Lucía de Tirajana

Según datos del padrón municipal de Santa Lucía de Tirajana, hasta enero pasado la población marroquí ascendía a 1.999 personas, lo que, dicho sea de paso, apenas representa el 2,6% de los habitantes de un municipio en el que conviven 75.677 personas, un dato que viene a restar credibilidad a los que hablan de invasión magrebí o norteafricana en esta localidad. Por cierto, la primera comunidad extranjera en Santa Lucía es la cubana, con 2.508 personas, y la tercera, la italiana, con 1.817. La marroquí es la segunda. La siguiente africana ocupa el puesto octavo, con 371 senegaleses, y la siguiente, la mauritana, con 215, en el puesto décimo.

Modas Textil no lleva abierto demasiado tiempo, pero casi desde el principio sus gestores, según apuntaron a este periódico, vieron un importante nicho de mercado en la población marroquí que habita en Vecindario y, más en concreto, a la musulmana. En el interior reservan un ala a distintos tipos de prendas vinculadas a esta comunidad, la mayoría, eso sí, para mujeres. También cuentan con otro espacio para ofertar distintos tipos de velos o pañuelos para cubrir la cabeza. «Sí hemos notado un interés en los clientes, pero todavía es pronto, la gente no nos conoce», explicaba la vendedora.

Con todo, su iniciativa solo ha venido a sumarse a una realidad comercial ya muy consolidada en Vecindario, con negocios que contribuyen a la integración de la comunidad marroquí, pero también, y particularmente, de la comunidad musulmana, vinculada a la práctica del islam, cuyo radio de acción abarcaría, por ejemplo, una población más amplia, incluidas muchas familias subsaharianas como las senegalesas o las malienses, donde el islam es la religión mayoritaria.

«Vienen muchos españoles»

El negocio de Moussa Rami Ouazarf lleva tres años abierto y se dedica a la venta de «carne fresca halal del país» y de otros productos también halal. Aunque deja claro que su empresa está dirigida a una clientela muy diversa, sí reconoce que el 70% de los que le compran son marroquíes y, más en concreto, musulmanes, pero hay otro 30% de otro tipo de comunidades.

«En Vecindario hay latinos, africanos, magrebíes; no estamos orientados a una comunidad exacta, pero lo que une a muchos de los que nos compran es el islam, porque vendemos comida halal», aquellos alimentos permitidos por la religión musulmana. Pero también Moussa es un bazar donde se pueden encontrar muchos tipos de especias y frutos secos, y hay también ropa, calzado, juegos de té o tayines de barro, utensilios todos usados por muchas culturas en muchos países.

Muy cerca, Gran Café Vecindario ofrece repostería árabe, todo a base de frutos secos y miel, y consumir té al modo árabe. Una de sus camareras, Patricia Calvo, destaca el éxito que tiene entre los canarios. «La gente que más compra repostería árabe es española», asegura. Además, también ofrece comida, como cuscús, tayín de ternera o de pollo, pinchitos y harira, una sopa árabe.

Es un complemento que viene a suplir una carencia que sí se hace llamativa en Vecindario, la ausencia de un restaurante como tal de comida marroquí. Moussa Rami lo atribuye a un condicionante de la religión musulmana, la prohibición de las bebidas alcohólicas, que, de aplicarse, contribuiría a restarle algo de atractivo de cara a la clientela.

Este tejido comercial prueba la diversidad social de Vecindario y la convivencia intercultural que la caracteriza, una realidad que, en todo caso, exige cuidados, de ahí la apuesta municipal, desde hace años, por inculcar esos valores desde la educación más básica. En línea con este trabajo, la edil de Solidadidad, Ofelia Alvarado, anuncia la puesta en marcha del primer plan de convivencia intercultural de Santa Lucía. Ahora está en fase de diagnóstico, con reuniones con colectivos de estas comunidades para que hagan saber al Ayuntamiento sus necesidades y propuestas.

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