El gobierno sueco debe saber además que, al apoyar al criminal que ha quemado el Corán, se ha situado en orden de batalla frente al mundo del Islam y ha concitado contra sí el odio y la enemistad de la generalidad de los pueblos musulmanes y de muchos de sus gobiernos.

Es deber del gobierno de Suecia entregar al autor de la quema del Corán a los órganos judiciales de los países islámicos.

Sepan quienes conspiran entre bastidores que la reverencia por el Noble Corán crecerá cada día más, y más fulgirán las luces de su guía. Estas intrigas y sus autores son demasiado viles para ahogar ese resplandor creciente. Y Dios siempre obtiene la victoria sobre lo que ordena.