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Mi experiencia en la peregrinación de Arbaín

Para aquella persona que esté planeando realizar la peregrinación de Arbaín por primera vez, y tras la experiencia de mis dos participaciones en ella, lo que le recomendaría es que no se planteé ningún tipo de expectativa inicial, que olvide cualquier rigidez y esté siempre abierta a adaptarse a las circunstancias que se vayan sucediendo.

De acuerdo con rahyaft (los misioneros y la convierte en el sitio web) por Mikail Alvarez Ruiz: Estamos ya próximos a la fecha en la que un año más conmemoraremos el Arbaín de Imam Husain (as). Por tal motivo en estos días podremos leer muchos artículos explicando la importancia de este evento, la importancia y el significado de la peregrinación a Karbalá, así como sobre las muestras de servicio que tantos miles de personas muestran desinteresadamente a los peregrinos durante su marcha hacia el santuario de Imam Husain (as) a lo largo de las distintas rutas por las que transcurre esta peregrinación. Poco más podría escribir yo que no lo hayan hecho otros ya y de mejor manera.

En lugar de eso, al sentarme ante el papel para escribir estas palabras, recordé mi primera peregrinación de Arbaín. Las veces en las que ya había viajado a Iraq con anterioridad no habían coincidido nunca con ninguno de los momentos del año en los que suelen producirse peregrinaciones a los santuarios existentes en aquel país. Eso me había permitido siempre poder visitarlos y realizar las ziarat en todos ellos con una tranquilidad e intimidad sorprendente, especialmente si las realizaba a determinadas horas de la noche o la madrugada.

Recuerdo que la primera vez que viajé por carretera entre Nayaf y Karbalá, durante mi primer viaje a Irak, el camino paralelo a la misma por el que suelen caminar los peregrinos estaba desierto, aunque aquí y allá se veían muestras de lo que era aquél camino en época de peregrinaciones como algunos mouqem y husainiyas de obra que permanecen todo el año, o las estructuras de otros que se instalan de manera efímera en las temporadas de peregrinación.

Por supuesto había oído hablar de las marchas que por allí discurrían en ‘Ashura y especialmente en Arbaín, aunque en aquel tiempo aún estas no se habían masificado tanto como en los últimos años antes del comienzo de la pandemia del COVID, y tampoco había pasado tanto tiempo desde el reinicio de las marchas tras las prohibiciones del criminal régimen saddamista.

Mientras circulaba por la carretera sentía cómo me gustaría poder participar alguna vez en aquellas marchas, me veía andando por aquel camino.

Pasaron algunos años, durante los cuales viajé varias veces más a Irak y puede visitar muchas veces a los Imames (as), hasta que inesperadamente surgió la posibilidad de hacer un nuevo viaje, esta vez para participar por fin en la peregrinación de Arbaín. Siempre que me ha surgido la posibilidad de visitar a alguno de los Imames (as) no lo he pensado dos veces, directamente he arreglado las cosas y he emprendido el viaje. Así fue también en esta ocasión y unas semanas después, allí estaba yo, con otros dos hermanos que nunca habían viajado a Irak, sin que ninguno supiéramos idiomas y sin ningún plan de viaje concreto, aterrizando en el aeropuerto de Bagdad.

Como siempre suele suceder en estos casos, desde el principio nada ocurrió como esperábamos que sucedería y nos dimos cuenta que las planificaciones que nos habíamos hecho con anterioridad no tenían sentido y que tendríamos que improvisar día a día. Gracias a Dios, mis anteriores viajes a Irak y la amistad con algunos hermanos iraquíes siempre eran una baza a nuestro favor para intentar salir adelante en este, y a pesar de ir por libre, sin asistencia de ningún grupo u organización, todo nos fue rodado desde el principio.

Al iniciar el camino coincidimos con dos muchachos iraquíes que vivían en Madrid desde hacía muchos años y continuamos el resto de la marcha juntos. Esto fue de gran ayuda especialmente por la cuestión del idioma.

Como era nuestra primera peregrinación de Arbaín también pagamos alguna novatada, como cuando en el primer día de la marcha estuvimos andando hasta más tarde de la cuenta y cuando quisimos buscar algún sitio para dormir no encontramos más que un lugar a la intemperie y solo un par de mantas para los cinco, por lo que pasamos mucho frío aquella noche. Aunque, ciertamente, esta fue la única incidencia en todo el viaje.

Cuando tras tres días de camino llegamos a Karbalá tampoco sabíamos dónde nos podríamos alojar el tiempo que permaneciéramos allí; no sabíamos si simplemente tendríamos que dormir en la calle. Sin embargo la bendición que nos venía acompañando durante el viaje tampoco nos abandonó en ese momento y al poco de llegar a la ciudad nos surgió la posibilidad de alojarnos los cinco junto a otro hermano iraquí amigo mío desde hace muchos años, solos en una casa situada muy cerca del santuario de Imam Husain (as).

Incluso el mismo día de Arbeen pudimos hacer la visita al Imam (as) en el interior de su santuario junto a una cofradía de Kadhimiya, cosa imposible de hacer para la mayoría de los peregrinos.

Tras Arbaín quisimos volver a Nayaf unos días para visitar a Imam ‘Ali (as), ya que no pudimos hacerlo al principio del viaje como había sido nuestra intención original. También allí, ya solos nuevamente los 3 viajeros iniciales, todo se facilitó y pudimos alojarnos en un apartamento en una husainiya que está situada a escasos 5 minutos andando del santuario del Imam (as), propiedad de la familia de otro amigo iraquí.

Desde Nayaf también visitamos Kufa y más tarde viajamos a Kadhimiya y después a Samarra; siempre improvisando el día a día y siempre con la apertura y la facilidad por delante.

Pese a la aparente incertidumbre que acompañó el desarrollo del viaje, en ningún momento sentimos agobio alguno pues supimos adaptarnos a las cosas tal como iban sucediendo, y también a la convivencia diaria tan estrecha y tan intensa entre nosotros y con los que nos rodearon, punto este también fundamental, y siempre, alhamdulillah, se nos fueron abriendo las posibilidades que facilitaron nuestro viaje y nuestra peregrinación.

Al año siguiente, dos de los tres repetimos el viaje.

Si bien personalmente prefiero las ziarat con la mayor intimidad y tranquilidad posible, todo lo contrario a lo que ocurre en Arbaín, participar en esta peregrinación es algo que recomiendo a todos los hermanos que no lo hayan hecho aún en cuanto las circunstancias lo permitan, pues podrán vivir experiencias únicas que no tienen comparación con lo que sucede en ningún otro lugar o momento.

Para aquella persona que esté planeando realizar la peregrinación de Arbaín por primera vez, y tras la experiencia de mis dos participaciones en ella, lo que le recomendaría es que no se planteé ningún tipo de expectativa inicial, que olvide cualquier rigidez y esté siempre abierta a adaptarse a las circunstancias que se vayan sucediendo.

¿Qué es lo negativo que yo encuentro? La mayoría de los extranjeros que acuden a la peregrinación de Arbaín lo hacen siguiendo la ruta Nayaf-Karbalá por el camino de la carretera. Esta ruta ha llegado a estar tremendamente saturada en los años anteriores al COVID, tanto por peregrinos como por mouquem que les prestan asistencia, y si bien puede resultar espectacular para el neófito, creo que esto también puede suponer una distracción que provoque que en cierto modo se pierda parte de la esencia y objetivo de la misma peregrinación.

En este sentido no considero positivo tampoco que se pretenda promocionar la peregrinación de Arbaín como una especie de competición por el número de asistentes, intentando que cada año se multiplique el número de ellos respecto al anterior, centrando el objetivo en la propia marcha en vez de en intentar que los peregrinos se despojen de distracciones y puedan ser conscientes del verdadero significado y motivación de esa peregrinación, y que de ellos saquen enseñanzas y determinación para aplicarlas en sus realidades presentes.

Si insha Allah alguna vez tengo la posibilidad de hacer nuevamente la visita al Imam Husain (as) en Arbaín, me gustaría hacerlo no por esta ruta de la carretera sino por la tradicional ruta del río y con días suficientes para no hacer el camino con prisas, pues creo que de esa manera podré vivir con más profundidad la peregrinación sin las distracciones mencionadas, y lo más lejos posible de cualquier concepto de “turismo religioso”.

shsfqna

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