Fecha de lanzamiento :

La Filosofía del Hiyab

La diferencia entre la sociedad que limita las relaciones sexuales a la familia y la sociedad que promueve las relaciones libres, radica en que la institución del matrimonio en la primera, es visualizado como el fin de la espera, soledad y privación, mientras que, en la segunda, es vislumbrado como el principio de la privación y la limitación de la libertad. En el sistema de libertad sexual, el contrato matrimonial acaba con el período de libertad para los jóvenes y les obliga a aprender a ser fieles. Mientras que en el sistema islámico, culmina con su privación.

El Rhyaftgan (amplia base de datos misioneros y conversos)

 

La Filosofía del Hiyab

Por: Murtada Mutahhari

La filosofía que subyace en el hiyab de la mujer en el Islam consiste en que la mujer se cubra cuando esté con hombres a los que no está unida por ley divina (no mahram -personas con las que es lícito casarse-), de forma que no se exhiba. Los versículos del sagrado Corán referentes a este tema lo afirman y los jurisconsultos religiosos lo confirman.

Para analizar este tema tomaremos como fuente el Corán y la Sunnah. Los versículos más importantes en relación a esta cuestión no usan la palabra hiyab. En la Sura 24 Nur (la Luz) o Sura 33 Ahzab (la coalición), sólo se refiere a los límites de la vestimenta y las condiciones del contacto entre hombre y mujer sin el uso del término hiyab. El versículo en el que se usa el término hiyab, se refiere a las esposas del Profeta (la paz sea con él y su descendencia).

Sabemos que en el sagrado Corán hay menciones especiales acerca de las mujeres del Profeta Muhammad (la paz sea con él y su descendencia). El primer versículo dirigido a ellas comienza diciendo: “¡Mujeres del Profeta! Vosotras no sois como otras mujeres…” [Corán, 33:32]

El Islam concedió una especial consideración a las mujeres del Profeta (la paz sea con él y su descendencia), su permanencia en la casa era por razones sociales y políticas básicamente, durante la vida del bendito Profeta (la paz sea con él y su descendencia)y luego de su fallecimiento. “¡Quedaos en vuestras casas!”[Corán, 33:33].

El Islam desea que se honre y respete a estas mujeres, “Madres de los Creyentes” a las que se tuvo en gran consideración y que, en consecuencia, esto no sea mal interpretado y llegue a convertirse en un arma política y social para los hombres autosuficientes y ambiciosos.

Considero que la razón por la que se prohibió a las mujeres del Profeta (la paz sea con él y su descendencia)casarse después de la muerte de éste, fue para evitar que el próximo marido usase mal el honor de la mujer. Por esto es por lo que las órdenes dirigidas a las mujeres del Profeta (la paz sea con él y su descendencia)fueron mucho más severas que para el resto de las mujeres.

De cualquier forma, en el versículo en que es usada la palabra hiyab: “…cuando les pidáis un objeto hacedlo detrás de una cortina (hiyab)” [Corán, 33:53]

De acuerdo con la historia y la tradición islámica, cuando se hace referencia a la aleya del hiyab (Corán, 33:53)[1], se refiere a la aleya que utiliza esta palabra y pertenece a las mujeres del bendito Profeta (la paz sea con él y su descendencia), y no a las aleyas que explican la vestimenta de las mujeres musulmanas en general como los versículos de la Sura Nur que dicen: Di a los creyentes que bajen la vista con recatoy que sean castos. Es más correcto. Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la vista con recato…”[Corán, 24: 30-31].

O el versículo de la Sura Ahzab dice: “¡Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con el manto. Es lo mejor para que se las distinga y no sean molestadas. Dios es Indulgente, Misericordioso”. [Corán, 33:59]

Pero existe una pregunta: ¿por qué la expresión corriente de los jurisconsultos religiosos “satr” no sobrevivió y sin embargo la palabra hiyab sí? Desconozco la respuesta, quizás era por la confusión comparando el hiyab islámico con el hiyab existente en las tradiciones de otros países.

El verdadero rostro del hiyab

La verdad es que la vestimenta, o su nueva expresión (el hiyab), no tiene nada que ver con si es bueno o no que la mujer se presente cubierta o descubierta ante la sociedad. El espíritu de esta cuestión es, si una mujer debe o no satisfacer las fantasías ilimitadas de un hombre. ¿Debería ser posible para un hombre, tener derecho a satisfacer sus necesidades con cualquier mujer y en cualquier momento?

El Islam reflexiona sobre la esencia del problema y su respuesta es: “no”. A los hombres les está permitido satisfacer sus deseos sexuales con sus mujeres legales, dentro de una situación marital regida por las leyes del matrimonio, que establecen una serie de compromisos. No obstante, está terminantemente prohibido para el hombre, mantener relaciones físicas con mujeres a las que no esté vinculado matrimonialmente.

Lo cierto es que en este caso, cambiando el espíritu de la cuestión, tratan de plantear algunas preguntas: ¿Cómo debe actuar una mujer?, ¿debe salir de casa, cubierta o descubierta? Y con un tono de compasión hacia la mujer dicen: “¿Es mejor para la mujer estar libre o prisionera en el hiyab?”. Sin duda, en esta pregunta subyace algo más; y el espíritu de la cuestión es si acaso deben permanecer los hombres sin ataduras para beneficiarse sexualmente de las mujeres.

La cuestión es que es el hombre quien obtiene mayor provecho de esta situación y no la mujer o, por lo menos, el hombre se beneficia más que la mujer. Como dijo Will Durant: “La minifalda es una bendición para todos, menos para la costurera”.

Luego lo esencial es, si la búsqueda del placer sexual debe o no estar limitado al entorno de la familia y a la esposa legal, o por el contrario, debería concederse libertad para buscar satisfacción en el conjunto de la sociedad.

De acuerdo a los preceptos islámicos, limitar los deseos sexuales al entorno de la familia ayuda a mantener la salud mental de la sociedad, refuerza las relaciones entre los miembros de la familia y abriga el desarrollo de una perfecta armonía entre el hombre y la mujer. En lo que concierne a la mujer y al conjunto de la sociedad, contribuye a preservar sus energías para ser utilizadas en actividades sociales y, como consecuencia, alcanzar una posición más elevada a los ojos del hombre.

La filosofía del velo se basa en algunos factores, algunos de ellos son psicológicos, otros, están en relación a la casa, a la familia y otros tienen raíces sociológicas y algunos están relacionados con la dignidad de la mujer. El velo, es un baluarte frente a la humillación.

El hiyab está enraizado como tema básico y general, en que los preceptos islámicos intentan limitar el placer sexual (disfrute) a la familia y al entorno del matrimonio, de forma que la sociedad sea un lugar de trabajo y actividad. Esto se opone al sistema occidental actual donde se mezclan el trabajo y el disfrute sexual. El Islam separa estos dos entornos, completamente.

Más adelante expenderemos los cuatro factores mencionados:

  1. Tranquilidad psicológica

Si no se establecen límites para las relaciones entre hombres y mujeres, la excitación sexual y estimulación aumentan y las demandas son insaciables. El instinto sexual, es un instinto muy poderoso y profundamente enraizado, como un océano insondable.

Aunque uno piense que al obedecer lo controla, su naturaleza rebelde continúa manifestándose. Es como un fuego, cuanto más combustible se pone, más grande será la llama. Para comprenderlo señalamos dos puntos:

En primer lugar, la historia nos enseña que aquèllos que codiciaron riquezas, estaban continuamente buscando más y, sin embargo, cuanto más tenían, más querían; de igual modo ocurría con los que codiciaban los placeres sexuales, no se satisfacían, ni aún teniendo bellas mujeres. Ésta era la situación de los que tenían harenes y poseían varias mujeres.

Christensen escribió sobre los dirigentes sasánidas: “Las mujeres que hemos esculpido en piedra en Taq-i-Bustan son tan sólo unas pocas de las tres mil mujeres que Jhosrow Parviz tenía en su harén”. El rey nunca estaba satisfecho sexualmente. Cualquier mujer que le presentaban, fuese viuda, joven, o madre, (todas ellas muy bellas), ordenaba que la enviasen a su harén. Él, se dirigía a los gobernadores describiendo a la mujer que deseaba, y estos, enviaban a la mujer que encajaba con la descripción.

Hay multitud de ejemplos en la historia. Actualmente esta ansiedad no tiene forma de harén, sino otra distinta; no se debe ser rico como Jhosrow Parviz o Harun ar-Rashid.

Gracias a la cultura contemporánea, un hombre mil veces inferior en riqueza a la de Harun ar-Rashid puede beneficiarse de la mujer.

En segundo lugar, la consideración del deseo de dar serenatas o de escribir poesías de amor como algo humano, es común. Gran parte de la literatura mundial está constituida por poemas de amor. En esta clase de literatura, un hombre elogia a su amada y le expresa sus deseos.

¿Por qué? ¿Por qué la humanidad no se comporta de igual forma ante otras necesidades? ¿Se ha visto alguna vez a alguna persona que rinda culto al dinero o a una posición material superior y que, además, escriba poemas de amor al dinero o a su ambición? ¿Ha escrito alguien un poema de amor pidiendo pan? ¿Por qué la gente disfruta leyendo poemas de amor que ha escrito otro? ¿Por qué tanta gente disfruta leyendo los poemas de Hafez? Seguramente porque conforman algún sentimiento profundo que posee su ser.

Cuan equivocados están aquéllos que piensan que, lo único que determina las relaciones y la acción del hombre, es el factor económico. Los seres humanos han desarrollado formas literarias rítmicas que expresan el amor sexual, del mismo modo que lo hacen con los asuntos espirituales, aunque no se hayan desarrollado formas para cosas que son esencialmente materiales como el pan y el agua.

No queremos decir que todos los amores sean sexuales, ni que todos los poemas de Hafez, de Sa’di y de otros poetas, deriven del instinto sexual. Esto es algo que necesita discutirse en otro apartado.

Lo que está claro es que muchos de los poemas de amor escritos por los hombres manifiestan una entera devoción hacia la mujer. Asimismo, es obvio reconocer que la atención de un hombre hacia una mujer no es semejante a su necesidad de pan y agua. Toma forma de ambición y codicia, variedad y multiplicidad, o de amor y poesía.

Más adelante, analizaremos en qué circunstancias toma la forma de ambición y codicias, y en qué circunstancias toma la forma de amor y poesía y toma un matiz espiritual.

De todas formas, el Islam ha puesto especial énfasis en el poder asombroso de este instinto ardiente. Hay tradiciones que hablan del peligro de una mirada, del instinto que une a un hombre y una mujer que se encuentran solos.

El Islam ha establecido caminos para controlar, equilibrar y dominar este instinto. Se han otorgado deberes al hombre y a la mujer en este campo. Uno que compete tanto al hombre, como a la mujer en lo relativo a cómo se han de mirar el uno al otro: “Di a los creyentes que bajen la vista con recato y que sean castos. Es más correcto. Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la vista con recato…”[Corán, 24: 30-31]

En resumen, ni el hombre, ni la mujer deben fijar sus ojos en otra persona, no deben coquetear, no deben mirarse con lujuria o con intención de buscar placer sexual, a menos que esté dentro de los límites del sagrado matrimonio.

El Islam ha establecido una orden especial para la mujer, de cubrir el cuerpo frente a los no mahram. Y, así, no exhibirá su cuerpo a la sociedad, ni estimular la atención de los hombres.

El alma humana, rápidamente, acepta estímulos. Es un gran error pensar que el deseo sexual es limitado y, que después de cierto punto, se satisface naturalmente.

Al igual que un hombre y una mujer no están plenamente satisfechos con la riqueza o con una posición social y continúan buscando más, en el área del deseo sexual ocurre lo mismo. No hay hombre que se satisfaga naturalmente con la belleza de las mujeres y, del mismo modo, una mujer no acaba de satisfacerse tan solo acaparando la atención de los hombres y conquistándoles. A partir de lo anteriormente podemos decir que las pasiones nunca se sacian.

Por otro lado, las continuas demandas no cesan y el sentimiento de privación continúa. El no alcanzar lo deseado, genera enfermedades mentales, complejos, entre otros. En relación a lo anteriormente expuesto, vemos que han aumentado, en general, las enfermedades psicológicas en el mundo occidental. La razón bien podría ser la libertad sexual y la continua estimulación sexual a través de los periódicos, las revistas, el cine, teatros, reuniones formales e informales, e incluso, en las calles.

No obstante, la razón por la que la orden se dirige a las mujeres es su peculiar carácter y anhelo de dominar el corazón del hombre, el hombre es su objetivo. El deseo de exhibirse por parte de la mujer, es semejante al deseo del cazador, por lo cual se le ordenó cubrirse.

En ninguna parte del mundo se ve que el hombre se ponga ropas trasparentes o que use maquillajes estimuladores. Es la mujer, que según su propia naturaleza, quiere atraer al hombre y convertirlo en prisionero de su amor.

Por lo tanto, el desvío de exhibición y desnudez, es especial en las mujeres y por ende se estableció la orden de cubrirse para ellas.

Nosotros, más adelante hablaremos también de la rebeldía del instinto sexual, y contrariamente a la opinión de Russell, el instinto sexual en extrema libertad y a través de la preparación de los medios de estimulación, jamás se sacia.

Más adelante, también hablaremos en cuanto al desvío de ser “voyeur” (mirón) en los hombres y el desvío de “exhibición” en las mujeres.

  1. Reafirmando las bases de la familia

Sin duda alguna, todo lo anteriormente expuesto, viene a reafirmar el estado del matrimonio e invitar a la aceptación de las relaciones matrimoniales como algo bueno y positivo para la unidad de la familia. Debe hacerse un gran esfuerzo para que esto ocurra. De igual manera, todo aquello que debilite la relación entre marido y mujer debe evitarse. Si la satisfacción sexual se circunscribe al ámbito del matrimonio y de la estructura legal que implica la relación entre el hombre y la mujer, la unión queda reforzada y será más estable.

Al analizar la unidad de la familia, cada integrante legal de la pareja es considerado responsable del bienestar del otro. No así en las uniones libres, donde el compañero legal es un competidor más y la base de la familia resulta amenazada.

Los jóvenes, actualmente, huyen del matrimonio y cuando les preguntan, dan excusas tales como: “Es demasiado pronto todavía, soy un niño…”, en el pasado, uno de los grandes deseos de la gente era casarse.

El matrimonio, en el pasado, se realizaba después de un largo tiempo de espera e ilusión. Por esa razón, los compañeros veían el bienestar y felicidad en sus parejas. Pero, actualmente, existe tal libertad para satisfacer los deseos sexuales, y por ello no existe tal anhelo y aspiración de contraer matrimonio.

Las relaciones libres y el libertinaje entre hombres y mujeres jóvenes hacen que el matrimonio les parezca una limitación, siendo necesario hablarles e inculcarles la ética y la moral para incentivarlos al matrimonio.

La diferencia entre la sociedad que limita las relaciones sexuales a la familia y la sociedad que promueve las relaciones libres, radica en que la institución del matrimonio en la primera, es visualizado como el fin de la espera, soledad y privación, mientras que, en la segunda, es vislumbrado como el principio de la privación y la limitación de la libertad. En el sistema de libertad sexual, el contrato matrimonial acaba con el período de libertad para los jóvenes y les obliga a aprender a ser fieles. Mientras que en el sistema islámico, culmina con su privación.

El sistema de relaciones libres da lugar a que los jóvenes no lleguen al matrimonio hasta que no hayan alcanzado la madurez, entonces, toman a una joven para que les dé hijos y les limpie la casa. Todo esto debilita las raíces del matrimonio. En vez de basar la unión en el amor puro y el afecto profundo hacia la persona con la que comparten su felicidad, ocurre lo contrario. Miran a su pareja con los ojos de un competidor, como algo que coarta su libertad. Dicen: “Estoy casado”, como sinónimo de “tengo un celador”. ¿Por qué es esto así? Significa que, antes del matrimonio eran libres, iban donde querían con el fin de coquetear sin obstáculo alguno. Pero, después del matrimonio, estas libertades quedan coartadas, y cuando un hombre llega tarde a casa, tendrá que dar explicaciones a su pareja.

Fuente: Islam Oriente

 

Compartir a :


Últimas noticias